Es costumbre hacer
pequeños obsequios a los invitados como retribución por la cortesía de haber asistido a la boda o sencillamente como una atención a ellos. No se trata de regalos muy grandes ni costosos, tan sólo algunos detalles vistosos y con cierta utilidad posterior.
Una costumbre muy tradicional practicada en Estados Unidos es que los caballeros invitados a una boda, recibían como obsequio un puro o cajetillas de cigarros con los nombres de los novios y la fecha de la boda inscrita. A las damas, se les entregaba una cestita con almendras confitadas o un muñequito de cerámica que asemeje a uno de los novios o a la parejita.
En la actualidad, las alternativas son muy variadas y entretenidas. Las empresas especializadas tienen múltiples modelos que van desde los objetos utilitarios hasta los decorativos, siempre con algún pequeño texto conmemorativo del enlace.
Entre las opciones para elegir tenemos: adornos con plumas decorativas, lapiceros cubiertos con cerámica en frío, marquitos para fotos, cofrecitos de acrílico o de madera, bolsitas con contenido aromatizante, detallitos de plata, porta inciensos, frasquitos con sales hidratantes para el cuerpo, frasquitos con jalea, velas , jaboncitos, etc.
El lugar apropiado para colocarlos es sobre una bandeja decorada, una cesta adornada con cintas o sencillamente una base de vidrio puesta sobre la mesa.
Un detalle muy especial es que sean los mismos novios quienes entreguen el obsequio pasando por el lugar de cada uno de los invitados, casi al finalizar la cena e instantes antes que se inicie el baile, de lo contrario puede entregarlo un familiar de la novia y un familia del novio apenas terminados los saludos.